En este artículo les cuento la historia de una niña afroamericana que lo contaba todo; los pasos que necesitaba para cruzar la calle, los pasos que había hasta la iglesia, el número de platos que limpiaba, las estrellas que veía… ¡todo lo que podía ser contado! Katherine creció en una época en la cual la segregación racial era una realidad y que, aun teniendo, a priori, pocas oportunidades, se convirtió en una excelente matemática que realizó los cálculos de las trayectorias de los primeros vuelos espaciales de Estados Unidos y que ayudarían a llevar al primer hombre a la Luna.
La matemática Katherine Johnson (1918-2020) nació un 26 de agosto. Contribuyó a la aeronáutica y a los programas espaciales de los EE. UU. a través del uso de ordenadores electrónicos digitales tempranos en la NASA. Conocida por su gran precisión en la navegación astronómica, calculó, entre otros, la trayectoria para el Proyecto Mercury (1961) y para el vuelo del Apolo 11 a la Luna (1969).
“Siempre tendremos la STEM con nosotros. Algunas cosas desaparecerán de nuestra vista, pero siempre habrá ciencia, ingeniería y tecnología. Y siempre, siempre, habrá matemáticas”.
Fue la única mujer afroamericana seleccionada para realizar estudios de postgrado en la West Virginia University de Morgantown. Desgraciadamente, problemas familiares hicieron que Katherine no pudiera finalizar sus estudios.
El año 1950 se enteró que la NACA (National Advisory Committee for Aeronautics), predecesora de la NASA (National Aeronautics and Space Administration), buscaba mujeres afroamericanas para tareas de cálculo en el Departamento de Guía y Navegación. Durante la II Guerra Mundial las agencias gubernamentales estadounidenses contrataron a miles de mujeres para realizar diferentes actividades. Después de la guerra, la NACA siguió aplicando dicha política, especialmente cuando la carrera espacial dio su pistoletazo de salida con el lanzamiento del Sputnik 1 por parte de la Unión Soviética años más tarde. Aunque no pudo conseguir el trabajo en 1950 por estar lleno el cupo de contratación, Katherine empezó a trabajar para la NACA en 1953.
Como experta en matemáticas y geometría, su trabajo consistía en realizar todas las operaciones y comprobaciones de cálculo que requerían los ingenieros aeronáuticos. Ese era un trabajo silencioso que las mujeres hacían sin preguntar nada. Pero Katherine no se conformó sólo con hacer el trabajo. Empezó a plantear preguntas como “por qué”, “para qué”, “cómo”, “por qué no” y pidió poder ir a las reuniones de los ingenieros para poder discutir esas cuestiones con ellos. Le contestaron que eso no era común, a lo que ella preguntó si estaba prohibido. La contestación fue que no, y fue así como Katherine Johnson empezó a ir a las reuniones. Con el tiempo fue destacando no sólo por sus conocimientos sino también por sus capacidades de liderazgo. A pesar de las barreras iniciales que pudo sufrir al inicio de su carrera debido a su doble condición de mujer y afroamericana, poco a poco se fue ganando el reconocimiento de sus colegas. Su asombrosa carrera como matemática, científica espacial e informática teórica la convirtieron en todo un referente en la NACA/NASA.
Fue la encargada de llevar a cabo los cálculos del Proyecto Mercury desarrollado por la NASA entre 1961 y 1963. Calculó la trayectoria parabólica del vuelo espacial de Alan Shepard, el primer estadounidense que viajó al espacio a bordo del Mercury Redstone 3 en 1961. Este vuelo suborbital fue realizado veintitrés días después del primer vuelo orbital de la humanidad del cosmonauta Yuri Gagarin. Según las propias palabras de Katherine “al principio, cuando me dijeron que querían que la cápsula bajara en un lugar determinado y que estaban tratando de calcular dónde y cuándo debían hacer el lanzamiento, les dije: dejadme hacerlo. Decidme cuándo y dónde lo deseáis en la Tierra y os indicaré cuándo debe despegar”. Aunque en 1962 la NASA empezó a utilizar computadoras electrónicas para realizar los cálculos, ella fue la encargada de “Siempre tendremos la STEM con nosotros. Algunas cosas desaparecerán de nuestra vista, pero siempre habrá ciencia, ingeniería y tecnología. Y siempre, siempre, habrá matemáticas”.
Fue la única mujer afroamericana seleccionada para realizar estudios de postgrado en la West Virginia University de Morgantown. Desgraciadamente, problemas familiares hicieron que Katherine no pudiera finalizar sus estudios. verificar las cuentas de la computadora que llevarían a John Glenn en su vuelo orbital alrededor de la Tierra en la nave Friendship 7.
Su magnífico trabajo no acabó ahí. Calculó la trayectoria del Apollo 11 que llevaría el hombre a la Luna en 1969. Además, sus cálculos ayudaron a sincronizar el módulo lunar con el módulo orbital. Katherine comentaba: “yo había hecho los cálculos y sabía que eran correctos, pero podía pasar
cualquier cosa”. De hecho, algo inesperado pasó durante la misión Apollo 13 y Katherine ayudó, una vez abortada la misión, a que la nave volviera a la Tierra implementando procedimientos y cartas de navegación.
También participó en el programa Space Shutlle y en planes de misión a Marte hasta su jubilación,
en 1986, después de treinta y tres años de servicio en la NASA.
Katherine Johnson ha recibido innumerables premios y reconocimientos a lo largo de su vida. Algunos de sus veintiséis artículos publicados son de los más importantes de la NASA. Ha recibido la Medalla Presidencial de la Libertad de Estados Unidos, la mayor condecoración otorgada a un civil en su país, así como otros premios como la de Matemática del Año (1997) o el Lunar Orbiter Spacecraft and Operations Group Achievement Award (1967). En enero de 2017 se estrenó la película Hidden Figures, basada en la novela de Margot Lee Shetterly y donde se cuenta la vida de Katherine y otras cuatro extraordinarias mujeres de la NASA: Dorothy Vaughan, Mary Jackson, Christine Darden y Gloria Champine. Sus últimos años los dedicó a hablar con niños y jóvenes, especialmente mujeres, sobre la perseverancia y la importancia de luchar por los sueños por encima de cualquier discriminación racial y de género, tal y como ella hizo. También les animaba a que estudiasen ciencia, tecnología, ingeniería y matemáticas (STEM).